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¿Qué aprenden Chile y Venezuela sobre cómo Colombia debería negociar el acuerdo con China?

Esta semana, el presidente chino, Xi Jinping, ha propuesto estrechar la relación entre China y América Latina y el

¿Qué aprenden Chile y Venezuela sobre cómo Colombia debería negociar el acuerdo con China?

Esta semana, el presidente chino, Xi Jinping, ha propuesto estrechar la relación entre China y América Latina y el Caribe, afirmando que esto es esencial en un contexto de «confrontación geopolítica» y «proteccionismo» global. Este mensaje se percibe como una crítica directa al enfoque de Estados Unidos en medio de las tensiones comerciales actuales, y subraya los esfuerzos que China ha estado realizando en la última década para reforzar sus lazos económicos y políticos con esta región.

Desde el lanzamiento de la Iniciativa de Franja y Ruta (Belt and Road Initiative, BRI por su sigla en inglés) en 2013, más de 150 países alrededor del mundo han firmado acuerdos de cooperación con China, que es actualmente la segunda economía más grande a nivel global.

La Iniciativa de Franja y Ruta fue concebida por el presidente Xi Jinping en el año 2013. Foto:Tiempo de composición

Con la intención de promover la conexión global a través de la construcción de infraestructura, puertos y ferrocarriles, así como el sector energético, la propuesta ha suscitado tanto altas expectativas como profundas críticas.

Según explica el experto en China, UF Thoene, “en el contexto actual, hay quienes ven la BRI no solo como una oportunidad económica, sino como una estrategia defensiva para contrarrestar las políticas comerciales de Washington”.

Los riesgos asociados con la participación en la BRI, tales como el alto endeudamiento o la posible pérdida de soberanía, son generalmente poco comprendidos.

El académico indica que las principales críticas se centran en la falta de transparencia en los contratos, el riesgo de pérdida de soberanía y la limitada generación de empleo local. Agrega que “la asimetría en las relaciones comerciales y diplomáticas con China ha resultado en acuerdos poco favorables para algunas naciones”.

Además, tanto organizaciones internacionales como ONGs han señalado los riesgos ambientales y sociales de diversos proyectos, desde desalojo de comunidades hasta infraestructuras construidas sin los estudios de impacto ambiental adecuados. Estas situaciones han tenido repercusiones negativas en varios países que se han apresurado a concretar grandes inversiones.

La iniciativa promete impulsar la conexión global mediante el desarrollo de infraestructura. Foto:AFP

Para Natalia Tobón, socia de Cárdenas Tobón y ex jefa de Procolombia en China, “los riesgos de participar en la BRI, como la elevada deuda o la pérdida de soberanía, a menudo son descritos de manera exagerada o mal interpretados”.

Ella aclara que “la BRI no impone obligaciones legales vinculantes. Se trata más bien de un marco de cooperación flexible que facilita la colaboración en proyectos conjuntos en condiciones que cada país acepta”.

En este contexto asimétrico con China, no tener un marco claro para interactuar con Beijing es, sin duda, una de las mayores equivocaciones que puede cometer un país.

El analista Parsifal d’E Sol advierte que el principal riesgo para cualquier nación que decida seguir la iniciativa de la Franja y la Ruta es la falta de preparación adecuada.

“En este contexto asimétrico con China, no tener un marco claro para interactuar con Beijing es, sin duda, una de las mayores equivocaciones que puede cometer un país”, señala con énfasis.

Además, no todos los países han encontrado el mismo trato en esta relación. Por ejemplo, mientras que economías como Grecia, con su posición geográfica vital, han recibido significativas inversiones en infraestructura, otros estados han sido percibidos más como fuentes de materias primas que socios de largo plazo. La experiencia indica que las condiciones de los acuerdos han sido profundamente asimétricas.

Razones detrás de la retirada de países de la iniciativa BRI

Chile ha estado activo en la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China. Foto:Javier Torres / AFP

En cuanto a países como Italia y Panamá que han decidido retirarse del acuerdo, los analistas apuntan a razones geopolíticas como factores influyentes. “En el caso de Italia, la decisión fue puramente geopolítica, influenciada por las críticas de sus aliados occidentales, la falta de resultados financieros efectivos (el exceso comercial de China frente a Italia ha crecido en vez de reducirse) y un cambio de orientación en el gobierno entre Giuseppe Conte y Giorgia Meloni. En cuanto a Panamá, la razón es más simple: fue el resultado de la presión ejercida por Estados Unidos durante la administración de Donald Trump”, apunta D’Emo.

Mientras tanto, en América Latina, países como Chile, Argentina, Perú y Venezuela se han unido a la iniciativa con la esperanza de atraer inversiones en sectores estratégicos, aunque los resultados han sido muy diversos.

Venezuela ha concentrado sus esfuerzos en el financiamiento del petróleo, sin llevar a cabo avances significativos en infraestructura o tecnología, lo que ha resultado en más de una década de endeudamiento.

“En el caso de Venezuela, los resultados han sido desastrosos; el caso de Perú es mixto y el de Chile ha sido exitoso”, sostiene un analista. Esto sugiere que el éxito o el fracaso de la membresía en la iniciativa depende, en gran medida, de la calidad de la planificación y ejecución de los proyectos, así como de las decisiones y contextos locales, más que de las exigencias impuestas por China.

Un megaproyecto como el puerto de Chancay en Perú, que involucra a empresas chinas en su planificación, financiación, construcción y operación, tiene el potencial de revolucionar la conexión marítima del país y la región con Asia. Por otro lado, Chile ha consolidado a China como su principal socio comercial, impulsando las exportaciones de cobre, frutas y vino, mientras ha manejado la relación con una notable eficacia, evitando problemáticas de corrupción o conflictos.

“Sin embargo, Venezuela ha mantenido un enfoque mayor en el financiamiento del petróleo, sin un avance significativo en infraestructura o transmisión técnica, acumulando un alto nivel de endeudamiento a lo largo de más de diez años”, advierte Thoene, quien resalta la importancia de evaluar los riesgos de manera cuidadosa.

Por lo tanto, según Tobón, “lejos de representar una amenaza, la BRI podría convertirse en una herramienta que fortalezca la industria latinoamericana”.

Influencia china en América Latina

Desde el inicio de la Guerra Comercial, el comercio bilateral ha experimentado una desaceleración significativa. Foto:Internacional

En la actualidad, China se ha convertido en el principal socio comercial de Brasil, Perú y Chile, realizando inversiones considerables en la Iniciativa de Franja y Ruta que abarca a casi dos tercios de los países latinoamericanos.

El comercio entre China y la región superó los 500 mil millones de dólares por primera vez en la historia, lo que representa «40 veces más que a principios de este siglo», según afirmaciones del propio presidente chino.

En sus intervenciones, Xi Jinping ha propuesto diversas iniciativas para «construir una comunidad de destinos compartidos entre China y América Latina», incluyendo un fondo de 9.2 mil millones de dólares en préstamos para desarrollo.

Todo esto está diseñado para fortalecer la influencia de China, ya que muchos en América Latina no habían anticipado que las promesas de desarrollo pudieran ser tan concretas, aunque también implican riesgos.

Invocando la necesidad de «paz y estabilidad global», Xi también ha sugerido aumentar la cooperación en áreas como infraestructura, agricultura, minería, economía digital, energías sostenibles, así como establecer programas de capacitación y colaboración con la región para combatir el terrorismo y el crimen organizado.

Todos estos elementos mencionados por el profesor de la Universidad de Rosario, Germán Ortiz, evidencian la ambición geopolítica de China en la región. “Estamos ante un sur global que presenta deficiencias en infraestructura y limitaciones financieras, mientras que China es una gran nación con intereses comerciales, capital para invertir y empresas estatales robustas dispuestas a participar. Todo esto ayuda a que China se fortalezca, ya que nadie había imaginado que sus promesas de desarrollo serían tan tangibles en América Latina, aunque también deben ser consideradas con cautela debido a los riesgos que se presentan”.

Stephany Echavarría Niño – Editor internacional – El Tiempo @Spephavaria

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