Pueblo Arhuaco recupera salida ancestral de la sierra al mar tras un largo litigio para recuperar ‘la linea negra’ – Desde dentro
En la vastedad intemporal y en la cosmovisión de los mamos, donde la Sierra Nevada se abraza con el





En la vastedad intemporal y en la cosmovisión de los mamos, donde la Sierra Nevada se abraza con el mar Caribe, un acontecimiento tejió la historia con hilos de justicia y reparación.
Transcurrieron más de doce años bajo el mutismo de la tierra, donde ni una sola palada de esperanza llegaba a las manos de los Arhuacos.
Pero hoy, en los albores de los 500 años de la fundación de Santa Marta, la Agencia Nacional de Tierras (ANT) devolvió al pueblo Arhuaco un pedazo de su alma ancestral: el predio Los Acantilados, 227 hectáreas en la jurisdicción de Guachaca. Es la ampliación del resguardo Katanzama, un paso gigantesco en la protección de la sagrada Línea Negra. En menos de 90 días, la Reforma Agraria ha sembrado para ellos cerca de 1.260 hectáreas, disipando la sequía de décadas.
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El mar, una extensión del alma arhuaca
Comunidad Arhuaca recupera salida al mar y la linea negra Foto:ANT
Para las mujeres y los hombres Arhuacos, el territorio no es un mero mapa, es un ser vivo, una vasta red de venas invisibles que conectan la montaña con la sal del mar. El Caribe no es el fin del camino, sino una extensión natural de la Sierra Nevada, un punto de origen, destino y eterna armonización con el universo. El alma Arhuaca, tejida entre los picos nevados y el rumor de las olas, había sufrido una fractura.
El predio Los Acantilados, entregado por el Gobierno del presidente Gustavo Petro, a través de la ANT y en articulación con la Sociedad de Activos Especiales (SAE), fue el escenario de esta ceremonia trascendental. Unas 200 almas, entre mamos, líderes indígenas, servidores públicos y miembros de la comunidad, se congregaron bajo el sol caribeño, no en la opulencia de los salones, sino en la desnudez sagrada de la tierra.
“Este momento es histórico para el pueblo Arhuaco porque estamos recuperando nuestra relación con el mar, que es esencial para nuestras ceremonias, para el equilibrio espiritual y para la protección de la Madre Tierra”, declaró con la voz grave del viento el cabildo gobernador arhuaco, Luis Enrique Salcedo Zalabata. Sus palabras resonaron con la fuerza de la memoria ancestral: “Nuestros mayores iniciaron este proceso hace más de 15 años, pero lamentablemente gobiernos anteriores solo hicieron promesas. Hoy, el presidente Petro nos cumple”.
Con esta entrega, el pueblo Arhuaco recupera un cordón umbilical con el mar Caribe, un hito que marca la restitución de sus territorios sagrados y el fortalecimiento de una cultura milenaria. Además, se consolida la directriz presidencial de ampliar y proteger la Línea Negra, esa delimitación espiritual y territorial que abraza a los pueblos indígenas de la Sierra.
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Un puente espiritual y un acto de justicia simbólica
Comunidad Arhuaca recupera salida al mar y la linea negra Foto:ANT
La entrega de Los Acantilados se suma a la prodigiosa gestión reciente de la ANT, que en menos de tres meses ha saldado una deuda histórica, sumando 1.257 hectáreas al territorio Arhuaco. Antes de esta racha, la desidia había sido la única constante. Ahora, Katanzama, el resguardo que es epicentro de la vida política, social y educativa Arhuaca, se reconecta con uno de sus lugares más sagrados, un eslabón perdido en la cadena espiritual.
Juan Felipe Harman, director general de la ANT, remarcó la importancia de este acto despojado de fastuosidad: “La entrega de este predio, hecha en un acto apartado por completo de la opulencia, como es nuestro proceder, es una victoria espiritual y cultural. Volver al mar es volver a un centro perdido. Como Agencia Nacional de Tierras, estamos cumpliendo la palabra del presidente Gustavo Petro Urrego y garantizando que el territorio deje de ser un sueño y vuelva a ser realidad para los pueblos indígenas”.
Pero el predio Los Acantilados no es un simple trozo de tierra.
Amelia Pérez Parra, presidenta de la Sociedad de Activos Especiales (SAE), reveló su valor simbólico: “Este predio tiene una connotación especial porque fue incautado a Diego León Montoya, alias ‘Don Diego’, señalado por las autoridades de ser uno de los cabecillas del narcotráfico. Fue puesto a disposición de la SAE y hoy se entrega al pueblo Arhuaco, lo que representa un acto de justicia histórica y reparación simbólica, al transformar un bien ligado al crimen en un espacio de vida, espiritualidad y reconstrucción cultural”. El eco de la violencia se disipa ante el murmullo de los rituales ancestrales.
Según la cosmovisión indígena, el territorio es un ser vivo interconectado. El mar no es un límite, sino la extensión natural de la Sierra Nevada de Santa Marta: un lugar de origen, destino y armonización con el universo, el «corazón del mundo».
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Reconexión con el corazón del mundo y
la Reforma Agraria Étnica
Comunidad Arhuaca recupera salida al mar y la linea negra Foto:ANT
Durante siglos, los pueblos de la Sierra Nevada fueron víctimas de un despojo silencioso, especialmente en la franja costera. La colonización y la expansión descontrolada de proyectos turísticos y ganaderos forzaron a los Arhuacos a replegarse en las cumbres, fracturando su vínculo espiritual con el mar. Con la recuperación de Los Acantilados, esa herida milenaria comienza a cicatrizar.
“Con este predio vamos a reconectar la tierra con el mar; nos vamos a fortalecer cultural y políticamente para ejercer gobierno propio y control territorial”, señaló Salcedo Zalabata con la autoridad de quien guía a su pueblo. El compromiso es tangible: “Ya hemos sembrado más de 15.000 árboles en la zona, y vamos a destinar tierras a cultivos de pancoger que garantizarán la soberanía alimentaria de nuestras familias. Este predio, por ser un lugar sagrado, será conservado para beneficio de todo el pueblo Arhuaco, como un espacio para el parlamento, los rituales y el encuentro espiritual. Nuestro propósito es proteger y cuidar la tierra”, concluyó.
Esta entrega marca un paso significativo en la garantía de los derechos territoriales de los pueblos originarios y la implementación de una Reforma Agraria real y efectiva, que respeta y reconoce sus formas ancestrales de habitar y gobernar la tierra.
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Un compromiso con la Línea Negra
Los indígenas recuperan parta de su vasto territorio. Foto:Prensa Alcaldía de Santa Marta
El predio entregado se inscribe en el corazón de la Línea Negra, un sistema de puntos sagrados que delimita el territorio ancestral de los pueblos Kogui, Wiwa, Kankuamo y Arhuaco. La ANT, con su presencia institucional en este territorio, ha venido consolidando la compra y entrega de predios estratégicos, buscando restaurar el equilibrio territorial y ambiental en la Sierra Nevada.
Este proceso es parte de una política nacional que no solo busca reparar el despojo histórico, sino proteger los ecosistemas vitales que resguardan los pueblos indígenas. En la Sierra Nevada de Santa Marta convergen la selva, el glaciar, la tierra y, con esta entrega, nuevamente el mar, cerrando un ciclo de reconexión.
El acto de entrega de Los Acantilados no solo simboliza justicia territorial, sino que es una expresión concreta de la Reforma Agraria étnica que impulsa el Gobierno del Cambio. Significa garantizar el derecho a vivir en sus tierras, bajo sus prácticas, en armonía con la naturaleza y en defensa inquebrantable de sus sitios sagrados. La Agencia Nacional de Tierras, una vez más, ratifica su compromiso con el reconocimiento, restitución y garantía de los territorios ancestrales de los pueblos indígenas en todo el país, tejiendo un futuro donde la tierra y el espíritu vuelven a ser uno.
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El Universo Arhuaco: la cosmovisión que abraza la sierra y el mar, y la esencia espiritual de la Línea Negra
Las autoridades arhuacas, permanecen reunidas en la Sierra Nevada de Santa Marta. Foto:Archivo particular
La restitución del predio Los Acantilados al pueblo Arhuaco no es solo una victoria territorial; es la sanación de una herida profunda en la cosmovisión de uno de los pueblos guardianes de la Sierra Nevada de Santa Marta. Para los Arhuacos, la tierra, el agua, el aire y, crucialmente, el mar, no son elementos aislados, sino un vasto organismo vivo e interconectado, un pensamiento que se articula en la esencia misma de su existencia y en la vital importancia de la Línea Negra.
La Cosmovisión Arhuaca: el
territorio como un ser vivo
La cosmovisión Arhuaca, compartida con los pueblos Kogui, Wiwa y Kankuamo, se asienta en el principio de que la Sierra Nevada de Santa Marta es el corazón del mundo. No es una metáfora poética; es una verdad literal. Esta majestuosa montaña, que asciende desde las cálidas arenas del Caribe hasta los picos nevados, es concebida como un cuerpo vivo: los ríos son sus venas, la vegetación su cabello y músculos, y los picos, su cabeza.
Para los Arhuacos, cada elemento de la naturaleza posee un orden intrínseco, un propósito y un dueño espiritual. No existe una división entre el mundo físico y el mundo espiritual. Ambos son un complejo entramado de relaciones de interdependencia, donde la armonía y el equilibrio son fundamentales para la existencia de todo. El territorio les fue entregado desde el origen del mundo con normas específicas para su uso y relacionamiento, y son los Mamos (líderes espirituales) quienes encarnan la jerarquía social y cumplen el rol vital de intermediarios entre la comunidad y las fuerzas naturales y espirituales.
La vida misma es un ciclo de continuidad donde todo está conectado: la muerte Iku (arhuaca) es un parto de vida, y la afectación de un cerro, una montaña o un río, se siente en todo el cuerpo del mundo. Esta profunda interconexión significa que cualquier daño al territorio es un daño al cuerpo del planeta y, por extensión, a la humanidad. Por eso, el territorio no es un espacio para la explotación o la contaminación, sino una fuente de vida que debe ser protegida y cuidada. La hoja de coca, por ejemplo, no es solo una planta, es un elemento sagrado con poder espiritual y medicinal, cultivada con fines rituales y curativos, demostrando la integración de lo material y lo espiritual en su cotidianidad.
La Línea Negra: hilo invisible de
la tradición ancestral
Arhuacos se reunieron en Nabusimake, su pueblo sagrado. Foto:Alfonso Cervantes
En el centro de esta cosmovisión se encuentra la Línea Negra, o Seykutukunumaku (Hilo o conexión de los sitios sagrados). Más que una delimitación geográfica, la Línea Negra es un principio que emana del mundo intangible, del mundo espiritual, y desde donde se irradia toda la información para lo que existe en el mundo físico. Es el código para la pervivencia cultural de los cuatro pueblos de la Sierra Nevada. Si estos códigos se pierden, se corre el riesgo de la desaparición cultural.
La Línea Negra es una delimitación espiritual y territorial de sitios sagrados que bordea la totalidad de la Sierra Nevada de Santa Marta. Fue reconocida por la OIT en el Convenio 169, lo que le otorga un estatus legal a esta demarcación ancestral. A lo largo de esta línea imaginaria, se encuentran puntos estratégicos – cerros, lagunas, cuevas, nacimientos de agua, y ahora, con la recuperación de Los Acantilados, el mar – que son considerados los lugares de habitación de los Padres Espirituales.
La importancia espiritual de la Línea Negra radica en que es a través del conocimiento de los Mamos y de la realización de «pagamentos» (ofrendas y trabajos tradicionales) en estos sitios sagrados que se establece contacto con los dueños espirituales, permitiendo que la energía del universo se mantenga, se alimente y fluya en armonía. Estos rituales y ofrendas son fundamentales para mantener el equilibrio en el cosmos y en la vida misma.
El despojo histórico de tierras dentro de la Línea Negra, especialmente en la franja costera, forzó a los Arhuacos a replegarse en las partes altas de la Sierra, desconectándolos de su vínculo sagrado con el mar. La recuperación de predios como Los Acantilados significa la reconexión con esos centros perdidos, vital para la continuidad de sus prácticas ancestrales, su parlamento espiritual y la protección del equilibrio ambiental de la Sierra Nevada, que es, para ellos, el corazón latente de la humanidad.
La protección de la Línea Negra es, por tanto, una defensa de la identidad, la memoria ancestral y la sabiduría milenaria de estos pueblos. Es un llamado a la sociedad mundial para que se sume a la protección y conservación del medio ambiente y la biodiversidad del corazón del mundo, porque, como ellos creen, cuando el corazón se enferma, se enferma todo el cuerpo.