Millones de publicidad nos han convencido de que el agua embotellada es más saludable. Hasta que aparecieron los microplásticos – Desde dentro
En muchas ocasiones podemos asociar el agua embotellada como una opción de hidratación de mayor calidad que el agua


En muchas ocasiones podemos asociar el agua embotellada como una opción de hidratación de mayor calidad que el agua del grifo. Sin embargo, la realidad es que análisis científicos recientes indican que el agua embotellada es una fuente directa de contaminación por nano y microplásticos (NMP).
Esto significa que los consumidores habituales de agua embotellada pueden ingerir hasta 90.000 partículas de plástico adicionales al año que quienes beben agua del grifo. Algo que rompe con la idea de que podemos hacer que todo el mundo se dé cuenta de que el agua embotellada es mucho más saludable, como siempre nos han intentado vender.
El enemigo invisible. el estudiopublicado en la revista Diario de materiales peligrosos define los microplásticos Se consideran partículas aquellas partículas entre 1 micrómetro y 5 mm y nanoplásticos aquellas que tienen un tamaño inferior a 1 micrómetro. Partículas muy pequeñas liberadas por las botellas de plástico a lo largo de su ciclo de vida.
Cómo serán liberados. Según el estudio, las partículas se liberan no sólo por la degradación natural del plástico, sino también por el estrés físico y ambiental cotidiano. Por ejemplo, el simple hecho de abrir y cerrar la tapa o apretar la botella para beber crea una fricción que resulta en la liberación de partículas en el agua.
Otro caso muy común es dejar la botella de agua al sol durante un tiempo determinado. Aquí se liberan muchas partículas de plástico porque aumenta la descomposición del embalaje. Pero incluso en el caso contrario, al congelarnos, tenemos el mismo problema, porque está demostrado que también es un factor que aumenta la contaminación por microplásticos.
El tamaño importa. Una vez que se ingieren estas partículas, su efecto depende de su tamaño. En general, cuanto más pequeño es, más preocupante es para nuestro organismo, ya que más fácil le resulta superar las barreras biológicas.
Si hablamos de partículas de tamaño superior a 150 micras, podemos estar seguros de que entran a las heces directamente a través del tracto digestivo. Sin embargo, si son menores de 150 micrómetros, pueden atravesar la cavidad intestinal y penetrar en los sistemas linfático y circulatorio, llegando a los órganos con partículas menores de 20 micrómetros.
Sin embargo, el verdadero peligro reside en las partículas de menos de 100 nanómetros y que se consideran nanoplásticos. En este caso, las partículas son lo suficientemente pequeñas como para llegar a todos los órganos y superar barreras críticas como la barrera hematoencefálica y la placenta.
Los peligros. La exposición prolongada a nano y microplásticos se asocia con una serie de problemas de salud crónicos. No se trata de una toxicidad aguda, sino más bien de un daño acumulativo a largo plazo. Los principales riesgos que se han identificado incluyen enfermedades respiratorias, trastornos reproductivos, trastornos del sistema inmunológico o aumento del estrés oxidativo.
El desafío. Uno de los principales desafíos para los investigadores es la falta de métodos estandarizados para analizar estos plásticos. Actualmente existen diversas pruebas, pero difieren en su sensibilidad y precisión, lo que dificulta encontrar un criterio común entre los diferentes estudios para tener una imagen general del gran problema al que nos enfrentamos.
Actualmente, algunas técnicas pueden detectar partículas muy pequeñas pero no su composición, mientras que otras hacen todo lo contrario, lo que supone una limitación muy importante. Sin embargo, algunos estudios ya indican diferencias significativas entre las marcas de agua que encontramos en el mercado. Éste fue, por ejemplo, el resultado del estudio citado en el informe. Nestlé Pura Vida Y Bisleri tiene algunas de las concentraciones promedio más altas de partículas microplásticas.
Regulación. Esta falta de estandarización en los estudios ha contribuido a un gran “vacío legislativo” en nuestra sociedad. Y si bien existen leyes sobre bolsas de plástico, pajitas y cubiertos desechables, las botellas de agua siguen en gran medida fuera del foco regulatorio.
De esta forma, el autor del estudio señala que el consumo de agua en botellas de plástico debería hacerse en situaciones de emergencia, pero no como una práctica diaria, ya que el consumo de microplásticos que finalmente ingeriremos es muy elevado y representaría un problema a largo plazo.
Y ya hemos visto exactamente cómo han aparecido los microplásticos en los testículos humanos. leche maternaEl sangrerestos arqueológicos o incluso en los alimentos que comemos, como las verduras que consumimos. Por este motivo, a largo plazo necesitamos ver concretamente qué efectos tendrá el consumo prolongado de otras formas y no sólo a través del agua embotellada.
Imágenes | Jonathan Cooper
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