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Las montañas de Bitcoin de Nueva York compran viejas plantas de energía. Los neoyorquinos no están felices

Minar Bitcoins puede ser un negocio sumamente rentable, pero la creciente dificultad para añadir nuevos bloques a la cadena

Las montañas de Bitcoin de Nueva York compran viejas plantas de energía. Los neoyorquinos no están felices

Minar Bitcoins puede ser un negocio sumamente rentable, pero la creciente dificultad para añadir nuevos bloques a la cadena y las reglas inherentes a los efectos de escala significan que, al final del día, solo los grandes brazos mineros que tienen acceso a cantidades significativas de energía a precios bajos realmente obtienen ganancias.

¿Qué son los brazos mineros? Estas instalaciones son enormes centros de datos repletos de ASIC, que son computadoras diseñadas específicamente para resolver problemas criptográficos. La función principal de estas máquinas es encontrar un hash, la salida de una función matemática denominada SHA-256, que valide un bloque en la cadena de bloques de Bitcoin.

El proceso que llevan a cabo estos brazos mineros es esencial para organizar y asegurar las transacciones dentro de la blockchain de Bitcoin. Los mineros son recompensados por su trabajo: cada vez que un minero completa la adición de un bloque, lo cual sucede aproximadamente cada 10 minutos, recibe 3.125 nuevos bitcoins, lo que se traduce en alrededor de $101,606. Sin embargo, no todo son beneficios; la realidad es que minar Bitcoin acarrea costos de energía exorbitantes.

En este contexto, la electricidad se convierte en un componente crítico. El norte del estado de Nueva York ha demostrado ser un lugar muy atractivo para la minería de Bitcoin, gracias a la abundancia de energía hidroeléctrica en la región. A pesar de esto, las instalaciones hidroeléctricas no son necesariamente el punto de enfoque principal de los brazos mineros.

Bitcoin Gas and Mining Systems. En Nueva York, el hambre energética de los mineros de Bitcoin ha alcanzado proporciones casi distópicas, con empresas que compran plantas de energía que son antiguas o que no están en uso, en su mayoría de gas natural, para alimentar sus operaciones durante todo el día.

Por ejemplo, la antigua planta de carbón de Greenidge, localizada al lado del lago Seneca en el norte de Nueva York, se transformó en un centro de ciclo combinado en 2017 y solo funcionaba en períodos de alta demanda energética. En el año 2020, la empresa instaló una operación de minería de Bitcoin junto a sus instalaciones.

La generación de Greenidge abrió la prohibición. En 2018, la planta de ciclo combinado generó un total de 203,918 MWh para la red eléctrica. Sin embargo, en 2020, centrándose en la minería como su negocio principal, la instalación aumentó considerablemente el consumo de gas, produciendo 215,588 MWh para la red, además de MWh adicionales destinados a la minería de Bitcoin.

Las emisiones de gases de efecto invernadero se han multiplicado por seis desde que un informe sobre la minería de Bitcoin reveló esta situación. Un artículo de Noticias climáticas internas señala que este fenómeno ha creado una especie de simbiosis entre las plantas de gas y la minería de criptomonedas. Greenidge se ha convertido en un paradigma a seguir para la reactivación de otras 49 plantas similares en el estado de Nueva York.

En un flotador legal. Sin embargo, Nueva York no es un estado conocido por ser particularmente favorable en términos de política ambiental. En 2022, el Departamento de Protección Ambiental se negó a renovar los permisos de Greenidge, debido a violaciones de las normativas estatales que exigen la reducción significativa de emisiones.

Pese a ello, gracias a las apelaciones interpuestas, Greenidge continúa su actividad. La legislación estatal permite que la operación siga, siempre y cuando se complete el proceso administrativo correspondiente.

Los neoyorquinos no están contentos. Otro caso controvertido es el de Potencia digi x. Esta compañía canadiense adquirió un centro de ciclo combinado en el norte de Tonawanda, cerca de las Cataratas del Niágara, para operar su propia granja de Bitcoins.

Los residentes del área se quejan del «ruido persistente» ocasionado por los enormes ventiladores que enfrían el centro de datos. Por esta razón, han exigido a la compañía que se imponga una moratoria de dos años para investigar formalmente el consumo de ruido y de agua de la instalación, que se estima en 1.9 millones de litros diarios únicamente para enfriar los servidores. Aunque no es agua potable, esta cantidad ejerce presión sobre la infraestructura local de aguas residuales.

En noviembre de 2024, la Corte Suprema de Nueva York ordenó a la Comisión de Servicio Público que evaluara la venta de Fortistar, en función de una posible violación de la ley climática estatal. Sin embargo, al igual que en el caso de Greenidge, la operación puede continuar mientras se resuelve el proceso administrativo.

La batalla continúa. En el ámbito federal, la situación ha cambiado con el gobierno de Trump. La nueva administración ha implementado restricciones sobre el uso de combustibles fósiles y ha comenzado a planificar un nuevo marco regulatorio más laxo para el sector de las criptomonedas.

A pesar de las disputas legales, las minas de Greenidge y North Tonawanda siguen funcionando en conjunto con sus respectivas plantas de energía. Según la Agencia de Información Energética de los Estados Unidos, el impulso en la minería de criptomonedas representa hasta el 2.3% del consumo total de electricidad en el país.

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