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Las energías limpias han abaratado el mercado eléctrico. Pero lo que pagamos no es más energía, sino estabilidad. – Desde dentro

España es un caso único en Europa: ha conseguido que el gas y el carbón tengan poco impacto en

Las energías limpias han abaratado el mercado eléctrico. Pero lo que pagamos no es más energía, sino estabilidad.

 – Desde dentro

España es un caso único en Europa: ha conseguido que el gas y el carbón tengan poco impacto en el precio mayorista de la electricidad: sólo el 19% de las horas este año, frente al 75% en 2019. según un informe de Ember. Como resultado, el precio medio mayorista español fue un 32% inferior al europeo. Sin embargo, algo anda mal: el consumidor sigue pagando una factura cara, ¿por qué la factura no baja?

Hagámoslo por partes. Desde 2019, España ha añadido más de 40 GW de nueva capacidad solar y eólica, duplicando su energía renovable. En el primer semestre de este año, el 46% de la electricidad generada fue limpia. Pero el 28 de abril de 2025 llegó el shock de la realidad: el gran corte de energía. Una cadena de cortes de energía y la falta de margen operativo dejaron a gran parte del país a oscuras durante horas.

El informe preliminar de ENTSO-E descartado Se sospechaba que las energías renovables eran la causa directa, pero revelaron un problema estructural: la red española no estaba preparada para tanta generación de energía intermitente sin suficiente flexibilidad. Desde entonces, Red Eléctrica opera el sistema en “modo reforzado”, activando más circuitos combinados de gas para estabilizar la tensión. Según ascuaEsta estrategia tuvo un coste elevado: en mayo, los servicios de red basados ​​en gas representaron el 57% del precio final de la electricidad, frente al 14% habitual antes del apagón.

El problema de fondo. España está produciendo más electricidad limpia que nunca, pero no puede utilizarla por completo. Debido a la falta de redes, almacenamiento y conectividad, miles de megavatios solares y eólicos siguen sin utilizarse. Aunque ahora existe un plan para fortalecer los vínculos que son un cuello de botella, la realidad es que se está “desperdiciando” el exceso de energía limpia que no se puede exportar. La reducción (energía renovable desperdiciada) se ha triplicado desde el apagón, pasando del 1,8% al 7,2%. según ascua.

Además, el país sigue rezagado en materia de flexibilidad. En lo que a inversiones en baterías se refiere, llega tarde: España es cuarta en el mercado eléctrico, pero decimotercera en baterías, con sólo 120 MW de capacidad instalada. A pesar de han planeado Para 2030 está previsto un total de 16.000 MW.

La razón de estos problemas es estructural y se demuestra en el hecho de que por cada euro destinado a energías renovables, sólo se invierten 30 céntimos en redes, la mitad de la media europea. En otras palabras, tenemos más sol que cable.

El precio del miedo. El problema no es sólo técnico, sino también económico. Como recordó el analista Javier Blastrabajar en modo mejoradocualquiera ha costado a los consumidores mil millones de dólares adicionales desde abril. Y eso es sólo el principio: la aprobación del nuevo modo mejorado podría aportar otros 3.000 millones de euros y abrir la puerta a los comercializadores a subidas de precios fijos. según ha detallado la UNEF en declaraciones a El Español.

Los costos de mantener la red “energizada” se pasan directamente a las facturas, incluso si el precio mayorista es bajo. El propio informe de Ember. indica que el precio mayorista Sólo cubre aproximadamente la mitad de la factura de la luz, la llamada “cuota energética”. El resto –redes, peajes, impuestos, estabilidad del sistema– no disminuye incluso si la electricidad se abarata en origen. Por lo tanto, la caída de los precios mayoristas no conduce automáticamente a facturas más bajas.

De nuevo el fantasma del apagón. Seis meses bastaron para que volviera a producirse el temido apagón. Red Eléctrica advirtió de «fluctuaciones bruscas de tensión» en el sistema peninsular que fueron tan graves que pidieron permiso a la CNMC para cambiar urgentemente varios procedimientos de funcionamiento. Las medidas incluyen: más libertad de acción antes del inicio de la jornada operativa y un control más estricto de la tensión reactiva. Un ajuste explícito del suministro eléctrico del país para contener los flujos y reflujos de tensión, tal como lo describió mi colega.

La propia REE insistió en que “no hay riesgo inmediato de corte de luz”, pero lo cierto es que nadie está tranquilo. «El operador de la red opera en modo mejorado desde el 29 de abril, conectando centrales eléctricas alimentadas con gas a mayor intensidad y reduciendo la energía solar y eólica». Blas señaló. Cada día que pasa en estas condiciones genera costes adicionales que finalmente se repercuten en los clientes. El espectro de los cortes de energía sigue ahí: menos visible, pero más caro.

Desde parches hasta flexibilidad limpia. Después del apagón se aprobó un paquete de reformas (Real Decreto Legislativo 7/2025) con medidas para fortalecer la red y fomentar el almacenamiento. Aunque el decreto fue rechazado en el Congreso, muchas de sus disposiciones se implementan de otras formas. Entre ellos destaca la instalación de ocho compensadores síncronos -dispositivos que estabilizan el voltaje sin el uso de combustibles fósiles- y una cartera de 2.600 MW en baterías, de los cuales 340 MW ya han sido aprobados.

Por ascua fue calculado que los compensadores requerirán una inversión de 750 millones de euros, pero permitirán ahorrar 200 millones de euros al año al reducir el consumo de gas para los servicios de red. El objetivo es claro: pasar del gas como muleta a la flexibilidad limpia como base del sistema.

La paradoja española. España es el laboratorio energético de Europa: el país donde las energías renovables han demostrado que pueden reducir el precio mayorista, pero también donde está más claro lo caro que resulta sostener esta transición sin redes robustas. Como explica el informe de EmberAlrededor del 50% de la factura eléctrica española se compone de energía, que se ha abaratado. El resto son costes del sistema y a partir de entonces el megavatio hora no cuesta menos, pero la factura final apenas disminuye.

Un gran desafío. España ha demostrado que puede tener la electricidad más barata de Europa y al mismo tiempo tener una de las facturas más caras.
Porque la transición energética no se mide sólo en megavatios o paneles solares, sino en cables, estabilidad y confianza. El desafío ahora no es producir más energía limpia, sino garantizar que llegue de manera justa y que se pague por ella.

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| Un fantasma recorre España: el fantasma de otro apagón masivo provocado por problemas de tensión en la red

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