La obsesión con un estómago plano y delgadez radical
Como cada verano, la presión estética nuevamente toma protagonismo, y este año, las redes sociales han identificado un nuevo

Como cada verano, la presión estética nuevamente toma protagonismo, y este año, las redes sociales han identificado un nuevo ideal: el vientre plano. Aunque anteriormente se consideraba el símbolo del cuerpo perfecto se ha desvanecido, el contenido viral ha revelado algo más complejo.
Las redes sociales marcan el patrón. Un movimiento ha aparecido bajo el nombre de «tez promedio». En numerosos videos se puede observar a personas, principalmente mujeres, presentando sus cuerpos con la justificación de que no son «ni delgadas ni gordas», lo que perpetúa estándares de belleza poco realistas. La influyente Carla Flila ha señalado esto, afirmando que este tipo de contenido «solo crea incertidumbres innecesarias» al proponer un estándar que, en lugar de ser inclusivo, se mantiene en una línea dañina y excluyente.
Más allá tendencia. Este fenómeno representa solo la superficie de un problema más vasto, ya que hay una enorme cantidad de videos que promueven cómo lograr un vientre plano o las «rutinas para un abdomen perfecto». En estos clips, se observan ejercicios exprés, dietas milagrosas y consejos sin evidencia científica. Todo orientado hacia la búsqueda insaciable de un ideal de belleza específico: el estómago plano.
Más adentro. Sin embargo, lo que parece una simple tendencia estética posee repercusiones más profundas. Un estudio de la Universidad de Málaga analizó cómo, dentro de contenido aparentemente inofensivo, se encuentra un subgrupo de publicaciones que promueven activamente trastornos alimentarios. Esta dualidad resalta la dificultad de discernir entre contenido que sugiere simplemente ejercicios y aquel que en realidad fomenta comportamientos alimentarios peligrosos bajo la apariencia de recomendaciones saludables. Además, otra investigación publicada en Psicología conductual muestra que una breve exposición a imágenes del ideal de delgadez produce efectos negativos en la autoestima de los participantes, aumentando su miedo y ansiedad.
Un estigma persistente. Y mientras el discurso en redes sociales apenas incrementa la presencia de estándares más inclusivos, la girofobia continúa perpetuando la insatisfacción corporal desde un frente diferente. Un nuevo informe de UNIR titulado «Entre lo sano y el culto de culto» reveló que el 43.8% de los niños y el 34.7% de las niñas presentan un alto grado de girofobia. De hecho, como detalla en CTXT, la girofobia no es un prejuicio aislado, sino una herramienta que mantiene a las personas en un constante estado de insatisfacción corporal, promoviendo comportamientos nocivos para la salud física y mental.
Un ciclo interminable. Esta presión estética no es un fenómeno nuevo. A lo largo de la historia, los cuerpos han estado moldeados y controlados por los ideales de belleza contemporáneos. La noción de un abdomen plano se instauró en el siglo XIX cuando las mujeres se vieron forzadas a utilizar corsés para mantener la codiciada «cintura de avispa», un símbolo de feminidad que limitaba su respiración y hasta la capacidad de mover sus costillas. Hacia finales de los años 90 y principios de los 2000, el ideal de belleza se trasladó hacia la extrema delgadez, popularizado por modelos como Kate Moss y el concepto de «Heroína«. En la actualidad, las redes sociales han tomado el control, perpetuando estos estándares inalcanzables que deshumanizan los cuerpos, convirtiéndolos en objetos moldeados.
Fuera de las redes. Los estándares estéticos parecen estar tomando un giro hacia atrás; ¿estamos regresando dos décadas? Para complicar el panorama, tras un surgimiento en 2010 marcado por el movimiento del «Cuerpo positivo«, que abogaba por la inclusión de diversas formas corporales, la moda nuevamente se inclina hacia una delgadez extrema. La reaparición del desfile de Victoria’s Secret, que apuesta de nuevo por modelos hiperdelgados, demuestra a dónde queremos regresar estéticamente. Mientras las redes sociales siguen reforzando estos criterios restrictivos, es fundamental cuestionar los efectos nocivos que estas presiones tienen sobre la salud mental y emocional de quienes se sienten impulsados a perseguir ideales de belleza inalcanzables.
Imagen | Cyril A. y tiktok
| A lo largo de miles de años, la humanidad ha consumido lo que ha logrado. Ahora, ha comenzado a consumir lo que desea, y eso trae consigo severas consecuencias.