«Fui detenido por hielo a pesar de que tengo una visa; sentí como si me hubieran secuestrado»
Aunque Jasmine tiene una visa aprobada bajo el Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), su experiencia

La razón detrás de su situación se desveló tras horas de interrogatorio contradictorio, indicando que su visa había sido tratada incorrectamente. A pesar de haber sido aprobada en una oficina fronteriza y utilizada previamente sin problemas, un oficial de inmigración la consideró sospechosa, especialmente en relación con su enlace a una empresa de salud que incorporaba cáñamo en sus productos.
De este modo, su vida se convirtió en una pesadilla burocrática que la llevó a ser recluida en el Otay Table Centro de prisión durante dos semanas, una experiencia que seguramente marcaría su visión del sistema de inmigración estadounidense.
¿Cómo puede suceder esto incluso con visas válidas?
Todo comenzó durante una visita en la frontera con San Diego. Jasmine decidió ir a la misma oficina donde habían aprobado su visa meses atrás, confiando en la continuidad de su estado legal. Sin embargo, el tratamiento cambió radicalmente desde su última visita.
Se le pidió que despojara de sus pertenencias, sometida a un cacheo sin explicaciones claras, y se le bloqueó sin saber qué había sucedido o cuánto tiempo duraría la detención. “Estás detenida”, fue la única respuesta que recibió. Este proceso se había transformado en una experiencia penitenciaria sin garantías, donde la incertidumbre era la única constante.
Deporta a miles de migrantes en los últimos meses
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Durante varios días, Jasmine durmió en el piso, sin alfombra ni reloj, rodeada de otras mujeres igualmente desorientadas. El aislamiento fue extremo. “La luz nunca salió. Nadie respondía preguntas. No sabíamos qué hora era”, recuerda. Solo gracias a una llamada de emergencia a un amigo pudo iniciar el camino hacia su liberación.
«Era surrealista escuchar a mis amigos relatar todo lo que habían hecho para ayudarme: trabajar con abogados, comunicarse con los medios, hacer interminables llamadas a los centros de detención, intentar contactar a ICE o a quien pudiera ayudar. Todo el proceso parecía estar diseñado para que nadie pudiera salir”, afirmó.
«La realidad se hizo obvia: el sistema de detención de ICE no es solo una pesadilla burocrática, es una industria. Estos centros son de propiedad privada y funcionan con fin de lucro”, añadió con preocupación.
Lo más alarmante del caso de Jasmine es que no es un hecho aislado. Un número significativo de personas que tienen autorización legal para estar en los Estados Unidos han sido detenidas por ICE debido a malinterpretaciones o interpretaciones excesivamente estrictas de su estatus migratorio.
En su unidad había más de 140 mujeres, muchas de ellas también sin antecedentes penales, cuyas “faltas” se limitaban a estar en el país mientras renovaban sus visas o por malentendidos con el sistema consular.