En Europa, cada vez menos niños corresponden a menos niños. Un país logró cambiarlo: Suecia
Recientemente, Martin Kolk, un demógrafo adscrito a la Universidad de Estocolmo, formuló una pregunta que ha captado el interés


Recientemente, Martin Kolk, un demógrafo adscrito a la Universidad de Estocolmo, formuló una pregunta que ha captado el interés de muchos: ¿Realmente el nivel de ingresos impacta el número de hijos que tienen tanto hombres como mujeres a lo largo de sus vidas? Y en caso afirmativo, ¿cuál es la magnitud de este efecto? Para abordar estos interrogantes, Kolk integró diversas bases de datos relacionadas con la fertilidad y los ingresos en Suecia, abarcando un periodo de varias décadas. En 2022, publicó sus hallazgos en el artículo titulado Estudios de población, donde se revela una notable transformación en la dinámica social sueca que, como él mismo menciona, podría tener repercusiones en otras naciones.
La conclusión es intrigante por su simplicidad: Suecia parece haberse despojado de la paradoja de que, contrariamente a lo esperado, son los individuos más adinerados quienes tienen más hijos.
La relación entre hijos y dinero. Es innegable que los niños requieren recursos económicos. Según un estudio realizado el año pasado, en España, la crianza de un niño puede costar un promedio de 758 euros al mes, considerando gastos en alimentación, atención a la salud y la necesidad de un espacio habitacional adecuado. A pesar de esta carga económica, en muchos contextos se observa que los ingresos limitados pueden coexistir con unas tasas de fertilidad en el caso de algunas naciones que superan notablemente a las de países más ricos. Este fenómeno es evidente en el caso de Níger en comparación con el Reino Unido.
Un cuestionamiento adicional. Otro fenómeno interesante que los demógrafos han notado es que las mujeres en países de alta renta suelen tener menos hijos cuando sus expectativas educativas y laborales son más elevadas, como documenta el Instituto de Estudios Familiares (IFS). «A pesar de las teorías que sugieren que tener mayores ingresos debería facilitar tener más hijos, la realidad observada en el siglo XX fue opuesta», como señala Kolk.
A modo de ejemplo, en los Estados Unidos, se ha documentado que las familias de menores ingresos presentan las tasas de natalidad más elevadas, lo cual plantea la pregunta: ¿continúa esta tendencia vigente hoy en día?
Un análisis exhaustivo de los datos. Para comprender cómo el ingreso influye en la natalidad, o cómo la maternidad puede afectar los ingresos, Martin Kolk adoptó una metodología especial: consideró los ingresos acumulados por la población sueca a lo largo de su vida y analizó los datos económicos de cada cohorte de nacimiento durante aproximadamente 40 años. Este estudio abarca varias décadas, desde los años 1940 hasta los 1970, y evalúa el ingreso acumulado en coronas suecas.
Aunque el análisis presenta limitaciones, dado que Kolk se centró únicamente en la población sueca y excluyó a los emigrantes, su investigación es extensa. Evalúa a personas de entre 20 y 60 años y estima los ingresos que «recaudan» al llegar a los 50, introduciendo variables como el ingreso disponible y la asistencia relacionada con la crianza.
Los hombres: un vínculo claro entre ingresos y paternidad. En el caso de los hombres, se encontró una relación bastante evidente entre los ingresos acumulados y el número de hijos, un hallazgo que no sorprende demasiado. «Los hombres con mayores ingresos son aquellos que tienden a tener más hijos, y este patrón se ha acentuado con el tiempo: a mayores ingresos, más hijos», concluye un experto de Estocolmo, quien además advierte que «es cada vez más común que los hombres con muy bajos ingresos opten por no tener hijos».
En su investigación, Kolk subraya que, aunque no necesariamente todos los hombres millonarios tengan un número elevado de descendientes, es más probable que estos cuenten con dos, tres o incluso cuatro hijos, en comparación con aquellos de niveles de ingreso inferiores.
Y en el caso de las mujeres? La situación es igualmente fascinante. Las mujeres experimentan un cambio notable según revela Kolk. Mientras que en las generaciones de las décadas de 1940 y 1950, la tendencia era a tener más hijos, la dinámica se invierte en los años subsiguientes (1960-1970). En este periodo, las mujeres con mayores ingresos tienden a tener una mayor cantidad de descendencia. «La tendencia es ahora inversa: el patrón es similar al de los hombres», confirma Kolk.
Sin embargo, el panorama completo es más complejo. Por ejemplo, las mujeres que perciben los ingresos más altos no son necesariamente aquellas que tienen la mayor cantidad de hijos, y la tendencia varía dependiendo de si se habla de «ingresos acumulados» o «ingresos laborales». Aun con todo, la universidad de Estocolmo ha destacado un «cambio significativo» en el comportamiento reproductivo femenino, lo que rompe con una tendencia observada durante mucho tiempo.
«En contraste con lo que ha sucedido en muchos otros países desarrollados en el XXI, donde los estudios han mostrado que generalmente es más común tener más hijos entre aquellos con menor nivel socioeconómico».
Analizando las causas. Surge una pregunta natural: ¿por qué ocurre esto? ¿Qué factores están desencadenando este cambio? Kolk señala que se deben a transformaciones sociales, especialmente aquellas asociadas al mercado laboral y a las políticas familiares en Suecia. A diferencia de lo que era normal hace varias décadas, cuando muchas mujeres optaban por ser amas de casa y dedicaban su tiempo al hogar, hoy en día «las mujeres ya no necesitan elegir entre tener hijos y seguir una carrera profesional».
«Lo que observamos es una evolución de una sociedad en la que las mujeres tenían que decidir entre ascender en su carrera o tener descendencia a una donde estas decisiones ya no son necesarias». Esto se hace evidente al comparar a las mujeres de las generaciones de 1940 y 1950.
Demografía y economía. Este estudio ofrece otra lectura valiosa, fundamental para aquellos países que han observado un aumento en sus tasas de fertilidad a lo largo del tiempo. Los análisis indican que, en general, las personas con ingresos significativamente bajos tienden a no tener hijos, un patrón que se aplica tanto para hombres como para mujeres. También se destaca que esta dinámica «ha ganado fuerza con el tiempo», lo que valida cuán relevantes son los factores económicos en el contexto de la maternidad.
Actualmente, se observa que cada vez más hombres y mujeres con bajos ingresos en Suecia deciden no ser padres, como indica el experto en la investigación.
Desvaneciendo la paradoja. Según el IFS, los estudios de Kolk indican que «en Suecia, la paradoja de que las personas más ricas tengan menos hijos ha quedado atrás», aunque el organismo señala una reflexión adicional. Los datos y las diferencias que emergen en la fertilidad femenina resaltan la importancia de las ventajas sociales y el apoyo estatal, independientemente de si hablamos de ingresos acumulados o laborales.
«Cuando el estado proporciona un amplio espectro de beneficios, como reemplazo de ingresos durante el permiso parental y subsidios para la infancia, las mujeres (y no solo los hombres) también muestran una mayor fertilidad en comparación con aquellos con ingresos más bajos», como indicaron desde el IFS. En síntesis, «las oportunidades para la maternidad en caso de pérdida de ingresos son escasas».
¿Existen más datos relevantes? Definitivamente. La investigación de Kolk no es la única que demuestra cómo la fertilidad en Suecia es superior entre las mujeres con mayores ingresos. A raíz de un artículo anterior de El economista, se han publicado otros estudios que evidencian la correlación existente entre las tasas de fertilidad y el nivel de ingresos de las madres. Entre aquellos que perciben sueldos más altos, la tasa de fertilidad es de 2.1, la conocida tasa de reemplazo.
Este fenómeno no se repite en todos los países. Por ejemplo, en Estados Unidos, en 2021, se observó que la tasa de natalidad era más alta entre las familias cuyos ingresos anuales eran inferiores a 10,000 dólares, lo que se traducía en 62.75 nacimientos por mil mujeres. En contraste, las familias que ganaban 200,000 dólares anuales o más alcanzaron solo 47.57 nacimientos por mil mujeres.
Fotos | Kenny Eliason (Unsplash) y Martin Kolk (Estudios de población)
En | El gran pilar en medio de la crisis familiar nuclear: la paternidad ya no es necesariamente un ‘dos de dos’