Son los guardianes de los bancos de semillas encargados de combatir el hambre y proteger la cultura indígena en el suroeste del país: otorgan préstamos – Desde dentro
El pequeño Samuel muestra su sombrero, su inseparable ruana y los siete colores del arcoíris en su sombrero Wifalaemblema


El pequeño Samuel muestra su sombrero, su inseparable ruana y los siete colores del arcoíris en su sombrero Wifalaemblema de los pueblos indígenas de los Andes. Lleva un paño alrededor del cuello porque es una ocasión especial.
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Un niño de 7 años de mejillas sonrosadas afirma con orgullo ser parte de una comunidad aborigen de los pastizales.
Felipe aprende las prácticas de sus antepasados con la Madre Tierra en la escuela de su pueblo. Foto:Karolina Bohórquez RAMÍREZ
Vive con su familia a unas cinco horas a caballo de su pueblo de Guan, en el sector Romerillo, al volcán Cumbal. El nombre del gigante activo ubicado a 4.764 metros sobre el nivel del mar es el mismo que el de la comuna ubicada al sur de Nariño, región a más de 580 kilómetros de Bogotá y fronteriza con el norte de Ecuador.
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Desde el centro de la ciudad, en la parte baja de la ciudad, se pueden ver algunas de las fumarolas, que se confunden con nubes que esconden las cimas, bajo un cielo azul claro de fondo, en plenos 10 grados centígrados de la mañana cuando el sol es intenso y no permite mirar al cielo.
Samuel tiene 7 años y es uno de los seis encargados del banco de semillas de su escuela. Foto:Alianza por la Biodiversidad y CIAT
Samuel se toma muy en serio sus tareas escolares. Frunciendo el ceño, toma la pala y labra la tierra. Señala el surco de una de las variedades de papa que conoció desde pequeño en la casa de sus padres en la misma vereda, y hoy lo hace con la responsabilidad de profundizar sus conocimientos en un terreno de unos 200 metros cuadrados, detrás del Centro Educativo Romerillo.
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Hay una patata de ternera, otra es una patata de botella roja; Además de Kuriquinga, Violeta, Mortiña y Morasurco, también está Negra Ojona.
A menos de un metro de Samuel están Zaid Esteban (5 años) y Felipe (7 años). Estudian en primaria y son tres de seis alumnos en toda la escuela, con clases desde jardín de infantes, donde el único maestro que les enseña a leer y escribir, tablas de multiplicar y todo lo relacionado con la cultura indígena de los pastos y los nativos de los Andes, es el director de la escuela, Jorge Aza.
Samuel, uno de los seis custodios de su escuela en Romerillo, Cumbal. Foto:Karolina Bohórquez RAMÍREZ
La maestra dice que los niños ya están aprendiendo a ser guardianes de las semillas de su cultura y de uno de los cultivos más representativos de Nariño: la papa.
Así, el pequeño Zaid tiene fuerzas para sostener en sus brazos una enorme patata de la última cosecha, plantada unos cuatro meses antes. La madre patata la llama especie única. El que llevaba pesaba unos tres kilogramos.
El profesor Aza explica que las jornadas educativas se intercalan con actividades de jardinería. Por supuesto, hay más entusiasmo porque el gobierno de Nariño les ha regalado cuatro computadoras. “Ahora no hay Internet, pero lo más importante es que tenemos el equipo”, dice alegremente Chirán.
Felipe sigue arando, alegando que está en tercer grado. Le gusta que le digan que es el cuidador de las patatas y otros cultivos, y su principal objetivo es preservar su cultura, como lo hicieron sus antepasados, y comprender la importancia de proporcionar alimento a su comunidad para el futuro. Es uno de los nueve bancos nodales de semillas dentro del proyecto Biodiversidad para Ecosistemas Resilientes en Paisajes Agrícolas (B-Real), que se enfoca en la población de la Reserva Gran Cumbal.
Este proyecto está financiado por el Gobierno de Canadá y dirigido por Alianza de Bioversity Internacional y CIAT, con las autoridades y escuelas de la reserva. La idea es crear una red sólida de bancos de semillas locales por toda la ciudad. “B-Real” cuenta con el apoyo de Agrosavia, el Centro Internacional de la Papa (CIP); las fundaciones Impulso Verde y Pumamakes y la institución educativa Técnico Agropecuario Indígena Cumbe.
Pueblos indígenas Rosalba Cumbalaza y Rosalía Piarpuezán en el agroecoturismo. Foto:Karolina Bohórquez Ramírez
Por ahora, el banco central está ubicado en la sede de la institución educativa Técnica Agropecuaria Indígena de Cumbe, creada hace más de treinta años. Allí hay 160 estudiantes, lo que sumado a niños de escuelas afiliadas en veredas como Romerillo da un total de unos 260. «Cumbe está buscando a nuestro jefe y por eso la comuna fue nombrada Cumbal en su honor», comenta el rector de la institución, Jorge Humberto Chirán.
La escuela es, por tanto, el eje en torno al cual agricultores e indígenas de la zona trabajan para proteger y revitalizar especies olvidadas y subutilizadas: cultivos tradicionales que han sido desplazados por la agricultura comercial, pero que son esenciales para la alimentación, la salud, la cultura y la resiliencia climática.
Así lo destaca el holandés Ronnie Vernooy, científico senior de diversidad agrícola de la empresa. Alianza Bioversity & CIAT, centro que forma parte del consorcio global de investigación CGIAR para un futuro sin hambre, que en el país tiene sus instalaciones en la ciudad de Palmira, en el Valle del Cauca.
Banco comunitario en la institución educativa agrícola y de tecnología agrícola local en Cumbe. Siembra. Foto:Alianza por la Biodiversidad y CIAT
El investigador europeo agrega que estos bancos almacenan, reproducen y comparten semillas nativas, como: papa chaucha, habas, quinua, trigo, cebada, plátano, maíz, olluco, frijol, arveja, tomate de árbol. “Se promueven prácticas agroecológicas, se fortalece la seguridad alimentaria y se salvan conocimientos ancestrales”, señala el investigador.
Los trabajos del banco de semillas en Cumbal comenzaron en 2023, liderado por la investigadora Vernooy y la bióloga y ecologista Marleni Ramírez, quien, a través de 20 años de dedicado servicio a Bioversity International y la Alianza de Bioversity International y el CIAT, hizo contribuciones duraderas a América Latina, África y la comunidad científica global hasta su lamentable muerte en 2025.
banco
El rector de la institución educativa para los indígenas de Cumbe y otros líderes de la cultura pastoril en zonas rurales, como la maestra Aura Marina Puenguenán, Alegría Chirán y Carlos Tapie, recuerdan la labor del ecologista que, junto al holandés, dieron impulso para que la reserva diera voz positiva a los bancos indígenas hace dos años.
El director Chirán confirma que el banco central de semillas consta de dos áreas, una es el banco vivo, ubicado al aire libre, con 68 variedades de patatas plantadas en un terreno de aproximadamente 7.000 metros cuadrados. Allí se identificaron tubérculos que las nuevas generaciones de indígenas de esta zona de Nariño desconocen. Señala que en toda la reserva Gran Cumbal existen más de 100 variedades de papa.
Volcán Cumbal en todo su esplendor. Es el gigante de la comuna del mismo nombre en Nariño Foto:Karolina Bohórquez Ramírez
La segunda zona es una pequeña casa. Es una especie de «caja fuerte» de un banco comunitario, la llamada Yar Pue Cumbe. yar significa «hogar», Está bien es «semilla» y Cumbe es el nombre de un jefe. Los frijoles, el maíz y otras semillas se almacenan cuidadosamente en contenedores y la contabilidad adecuada se lleva en libros ordenados en los estantes.
En lo que va de año hay más de 30 especies de plantas alimenticias y vegetales; 30 frutales más y otros 100 frutales aromáticos y medicinales (cultivados y silvestres), así como variedades desaparecidas, que se recuperarán en huertos escolares o a través de concursos de conservación y actividades gastronómicas.
Municipio de Cumbal, Nariño. Este es el parque central. Foto:Karolina Bohórquez Ramírez
Esta implicación de los bancos de semillas locales en la diversidad agrícola es similar a la que se ha realizado en otros países con investigadores de la Alianza y del CIAT, como Perú; Nepal y Vietnam en Asia y Kenia, Uganda y Ghana en África. En este último continente, como en Cumbal, en el suroeste de Colombia, las mujeres son las principales cuidadoras.
Después de esbozar un proyecto para los bancos de semillas de Cumbal en 2023, hace un año se inició la siembra, dice el profesor local e ingeniero agroforestal Esteban Gangotena. Mencionó, por ejemplo, que en Polonia, además de los nabos y las grosellas, se cultivan siete variedades de judías. Yar Pue Cumbe.
Hay una extraña plántula en el banco viviente que aún no ha sido bautizada. Fue traído por el granjero Henry Valenzuela. Por ahora, el tubérculo tiene nombre.
Los profesores de la escuela dicen que el banco está en proceso de fortalecerlo, pensando que los agricultores e indígenas de Cumbala pueden venir a pedir semillas, siempre que al pagar el «préstamo» dupliquen la cantidad entregada al momento de la solicitud. Por ahora, el banco aspira a entrar en esta etapa de nuevos préstamos.
Las mujeres son clave para preservar la cultura en Cumbal. Foto:Karolina Bohórquez Ramírez
Bryan y Evelin, estudiantes de 15 y décimo grado de la reserva, coinciden en que están entusiasmados de participar, principalmente para identificar especies como la papa. No sabían que había mucha diversidad.
La gente está de acuerdo en que los bancos de semillas son una inversión en seguridad alimentaria. De hecho, el Plan Decenal de Nariño 2020-2029 señala que en el departamento, “las condiciones de pobreza, el nivel de precios de los alimentos y la proximidad a los lugares de abastecimiento son variables que limitan la disponibilidad de alimentos y, con ello, la capacidad de garantizar la seguridad alimentaria y nutricional de toda la población”.
El documento señala que la inseguridad alimentaria en Colombia y Nariño es un problema que plantea desafíos sociales, económicos, institucionales y colectivos de mediano y largo plazo encaminados a aliviar el hambre y mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos.
Turismo comunitario
John Fredy Alpala Cumbalaza también coincide en que no todos los indígenas, desde los niños hasta los 30 o 40 años, son conscientes de toda la diversidad agrícola que existe en sus territorios y que pueden sustentar desde sus hogares. Se trata de shagras, nombre que en la lengua nativa del pastizal hace referencia a una variedad de cultivos.
Rosalba Cumbalaza; su esposo, Guillermo Alpala; John Fredy y sus otros hijos dirigen su negocio en el corregimiento La Boyera, en el sector Los Pinos, también en Cumbal y a 30 minutos de la ciudad ecuatoriana de Tulcán.
Su empresa se llama Granja Agroecológica Alpacum, en honor a los padres de John. Ocupa media hectárea de terreno.
Yar Pue Cumbe, hogar de las semillas. Foto:Karolina Bohórquez Ramírez
Según la consultora Miryam García, Rosalba y las mujeres de los pueblos impulsaron con sus familias en la asociación empresarial (son más de 40) iniciativas turísticas enfocadas en la diversidad agrícola, integrando productos locales y conocimientos tradicionales, reiterando que esto es parte de la estrategia de identidad cultural y desarrollo sostenible de estas comunidades.
En este contexto, la creación de la marca fue acompañada por la Alianza Bioversity & Ciat Jarpuramque significa «Casa de la Vida» en el lenguaje de los prados y simboliza la identidad, diversidad y espiritualidad de los territorios, afirma el consultor.
Agrega que estas fincas contienen las semillas que pueden crear una red viva de conocimiento entre estas comunidades y los empresarios Yarpuram, al igual que los indígenas de Luz Marina Cuaical. Junto a su marido Guillermo Alpala, adecuó su casa para alojar a turistas. Es Yarilla o la «Casa de la Luz», que fue visitada por invitados de otros países, p. de Francia.
“Si bien inicialmente pretendía fortalecer el emprendimiento agroecoturístico, hoy se ha ampliado a iniciativas en los campos de la gastronomía, la artesanía, la papa nativa y la producción de cuy, todo ello basado en el uso y valorización de especies propias y subutilizadas como eje de desarrollo territorial sostenible”, afirma la consultora García.
EN Jarpuramcada actor es un guardián de la diversidad agrícola, al igual que Samuel y los otros cinco estudiantes de su escuela.
KAROLINA BOHÓRQUEZ RAMÍREZ
Enviado Especial de EL TIEMPO A CUMBAL, NARIÑO
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