Chile gira a la derecha y Ecuador castiga a su presidente: lecciones para América Latina – Desde dentro
El 16 de noviembre de 2025 América Latina vivió dos procesos electorales diferentes pero unidos por una señal común:


El 16 de noviembre de 2025 América Latina vivió dos procesos electorales diferentes pero unidos por una señal común: Las dificultades de los sistemas políticos para hacer frente a las crecientes demandas sociales. en democracias cansadas, plagadas de inseguridad, polarización y malestar civil.
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Chile: voto obligatorio y giro radical a la derecha
La elección chilena confirmó su institucionalidad y su tradicional cambio (efecto péndulo), pero también mostró un profundo reordenamiento del mapa político.
Seis años después de la erupción social y tras dos intentos fallidos de reforma constitucional, Chile enfrenta un gran dilema: qué tipo de derecha -si Kast gana la ronda- liderará la nueva etapa y qué relación tendrá con los contrapesos democráticos.
La segunda ronda en Chile será entre Jara y Kast. Foto:EFE
La reintroducción del voto obligatorio fue decisiva: más de 13 millones de personas votaron (85% del registro), incluidos casi cinco millones de votantes con baja identificación partidista pero grandes preocupaciones por la inseguridad, la migración y el estancamiento económico. Ese electorado sirvió como amplificador de las ansiedades acumuladas bajo el gobierno de Boric, que hoy cuenta con apenas un 30-32% de aprobación.
Ocho candidatos competían por la presidencia, pero la verdadera disputa se centraba en una izquierda debilitada, un centroderecha menguante y una derecha radical que conectaba mejor con el clima emocional.
El partido gobernante Jeannette Jara (Partido Comunista) obtuvo una victoria agridulce con un 26,8%. El principal candidato del Partido Republicano, José Antonio Kast, se sitúa a sólo tres puntos (23,9%), consolidar a la extrema derecha como una alternativa real al poder. El libertario Johannes Kaiser rozó el 14%. Evelyn Matthei, líder de la derecha tradicional, cayó al quinto lugar.
En la práctica, la derecha tenía tres candidatos y la primera vuelta sirvió como primarias internas.
El fenómeno más inesperado fue el candidato populista Franco Parisi (19,7%) del Partido Popular (PdG), clara expresión de un voto antiélite impulsado por el voto obligatorio.
El resultado parlamentario confirma que el país entra en una fase de mayor fragmentación. El vínculo entre los bloques en el Senado, la mayoría simple de la derecha en la Cámara de Diputados –insuficiente para impulsar reformas estructurales– y un PdG con 14 diputados transformado en un actor central decisivo constituye un escenario político especialmente complejo.
Este panorama presagia un período marcado por negociaciones permanentes, limitaciones institucionales más claras y un riesgo creciente de estancamiento legislativo.. En este contexto, la gobernabilidad seguirá siendo un desafío central, por lo que es importante que el país aborde urgentemente una reforma político-electoral que pueda responder eficazmente a esta nueva realidad.
La clave de esta elección, sin embargo, no reside sólo en la rotación, sino también en el reemplazo de las elites. Como señala José Joaquín Brunner, Chile vive una «rotación schumpeteriana»: las coaliciones que gobernaron durante tres décadas -Concertación/Nueva Mayoría y Chile Vamos- han perdido legitimidad, capacidad de articulación y representación, que está siendo reemplazada por nuevas fuerzas con proyectos diferentes y en muchos casos abiertamente antiliberales.
Jeannette Jara y José Antonio Kast. Foto:EFE
En conclusión, la votación del 14 de diciembre no sólo definirá quién gobernará Chile, sino también qué tipo de liderazgo dará forma al nuevo ciclo político.
Kast está claramente mejor posicionado, pero está lejos de tener una victoria garantizada, mientras que el electorado de Parisi sigue siendo impredecible y una fracción importante del electorado expresa temor a un giro demasiado radical. Jara, por su parte, sólo puede esperar derrotarlo si logra atraer al electorado moderado y distanciarse tanto del Partido Comunista como del pesado legado del gobierno de Boric.
Si Kast gana, Chile habrá pasado en sólo cuatro años del gobierno más izquierdista desde Allende -Borics- al más derechista desde el retorno a la democracia en 1990.
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Ecuador: un referéndum fallido y el primer gran revés de Noboa
En Ecuador, el referéndum y consulta popular convocado por Daniel Noboa –el séptimo proceso electoral en dos años– se convirtió en un referéndum sobre su liderazgo.
Los cuatro temas (bases militares extranjeras, financiación de los partidos, reducción de asambleístas y demandas de una asamblea constituyente) fueron rechazados con entre el 53% y el 61% de los votos. El resultado fue un objetivo político propio.
Ambos llamados no respondieron a una crisis institucional ni a una demanda social real. Fue una iniciativa apresurada, lanzada en el peor momento: un país con 4.500 asesinatos en seis meses, una tasa de 52 por 100.000 habitantes y una ciudadanía que sufre el alto coste de la vida. Según IPSE Global, el 86,3% identifica el costo de vida como una preocupación clave, junto con la inseguridad.
El contundente y masivo rechazo resultó un voto de castigo contra el presidente, quien, aunque aún mantiene niveles relevantes de apoyo, vio desaparecer la imagen de «invulnerabilidad» de los últimos dos años.
Esta derrota debilitó a Noboa y revivió una oposición heterogénea, al tiempo que fortaleció los poderes legislativo y judicial, que ahora emergen por un margen mayor para actuar como firmes contrapesos al ejecutivo.
El presidente ecuatoriano Daniel Noboa vota en el referéndum. Foto:AFP
El resultado negativo también tiene consecuencias internacionales: establece un límite para El renovado interés de Estados Unidos en ampliar su influencia en materia de seguridad en la región. Ante este escenario, el presidente respondió con una amplia reorganización ministerial que incluyó la renuncia de seis ministros.
En definitiva, este revés no pone fin al proyecto político de Noboa, pero marca el inicio de una nueva etapa, donde la ciudadanía, a pesar de apoyar fuertes medidas contra la criminalidad, rechaza una «buquelicización» del país y, sobre todo, no está dispuesta a darle un cheque en blanco al presidente.
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El desafío para el presidente ahora es doble: volver a las promesas que lo llevaron al poder -restablecer el orden sin violar los derechos humanos- crear resultados concretos y reconstruir la legitimidad en un país agotado por la violencia y abrumado por un clima social muy tenso.
Si logra corregir el rumbo, reconectar con los ciudadanos y reconstruir el consenso que garantice la gobernabilidad, esta derrota seguirá siendo un revés. Pero si persiste en el voluntarismo, la improvisación y los atajos institucionales, el 16 de noviembre puede registrarse como el comienzo de la erosión irreversible de su presidencia.
Jornada de votación para el referéndum en Ecuador del 16 de noviembre de 2025. Foto:AFP
Dos advertencias para las democracias latinoamericanas
Chile y Ecuador enseñan que ni el voluntarismo ni los atajos pueden reemplazar la eficiencia del gobierno. En Chile, el ascenso de una derecha radical plantea dudas sobre la capacidad del sistema para contener los impulsos antiliberales y evitar bloqueos prolongados. En Ecuador, el fracaso del referéndum muestra que gobernar dando la espalda a las prioridades sociales tiene costos inmediatos.
La región necesita menos polarización y más diálogo y acuerdos; Menos improvisación y más resultados. Los gobiernos que no respondan a las demandas de los ciudadanos de manera oportuna, eficiente y legítima pagarán un alto precio. Chile y Ecuador lo demuestran claramente.
Daniel Zovatto, director y editor de Radar Latam 360


