¿Es una estrategia calculada para debilitar al régimen? – Desde dentro
La política para EE.UU contra Venezuela volvió a entrar este fin de semana en un campo de señales contradictorias



La política para EE.UU contra Venezuela volvió a entrar este fin de semana en un campo de señales contradictorias y mensajes contradictorios. Desde Florida, el Presidente Donald Trump Aseguró el domingo que Washington «mantendría algunas conversaciones» con Nicolás Maduro y que Caracas «quiere hablar», aunque evitó dar detalles.
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Ante la insistencia de los periodistas, respondió encogiéndose de hombros: «Hablaré con cualquiera. Hablaré contigo»el mismo mensaje que envió el lunes desde su oficina.
Sus comentarios, lejos de aclarar la posición de la Casa Blanca, coincidieron con una visible intensificación de la presión militar y diplomática sobre el gobierno de Venezuela.
Apenas unas horas antes de esas declaraciones, el Departamento de Estado anunció que designaría al llamado cartel de los Soles -al que atribuye vínculos con el narcotráfico y que afirma es «liderado por Maduro y altos funcionarios de su gobierno»– como organización terrorista extranjera.
Esa calificación restringe las transacciones financieras y abre la puerta a nuevas sanciones. La acción, anunciada por el secretario de Estado Marco Rubio, se suma a una acusación federal presentada en 2020 que ya acusaba al presidente de Venezuela de delitos relacionados con el narcotráfico.
El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio. Foto:EFE
El aumento de presión no es sólo legal. El domingo, la Armada estadounidense confirmó la llegada al Caribe del USS Gerald R. Ford, el portaaviones estadounidense más grande y avanzado, acompañado de destructores, cruceros y aviones de combate. Este despliegue coincide con el anuncio de ejercicios militares en Trinidad y Tobago.
Una distribución sin precedentes entre mensajes contradictorios
El despliegue, ordenado por el secretario de Guerra, Pete Hegseth, eleva a unos 15.000 los soldados y marineros estadounidenses en la región, el contingente más grande en décadas. Con la medida, Washington está consolidando una arquitectura militar que incluye operaciones desde Panamá, un aeropuerto en El Salvador y planes para un aeródromo en Ecuador, según documentos citados por funcionarios de defensa.
Este aumento de presencia coincide con el anuncio de la Operación Espada del Sur, destinada – según la administración – a detener el tráfico marítimo de drogas y neutralizar las redes de «narcoterrorismo». Desde septiembre, Estados Unidos ha lanzado al menos 21 ataques contra barcos en el Pacífico y el Caribe, dejando más de 80 muertos.
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Pero expertos legales citados por medios estadounidenses señalan que Washington no ha aportado pruebas de que estos barcos transportaran droga y advierten que estas acciones podrían violar el derecho internacional.
«Sólo un recordatorio amistoso de que una declaración de guerra y el uso de la fuerza militar a gran escala requiere que el Congreso, según la Constitución, y que las ejecuciones extrajudiciales no están permitidas por el derecho internacional”, dijo el domingo la congresista demócrata Melanie Stansbury.
En Caracas, Maduro ordenó poner a las fuerzas armadas en «alerta máxima» y acusó a Washington de intentar recrear «guerras injustas» como las de Irak o Afganistán. Pero la tensión militar contrasta con los mensajes de aparente apertura política. La vicepresidenta Delcy Rodríguez habría enviado hace semanas una oferta de negociación para una transición, según fuentes diplomáticas citadas en la prensa estadounidense.
Despliegue militar en Venezuela por orden de Nicolás Maduro. Foto: Ministerio de Defensa de Venezuela / Proporcionado a la AFP
También circularon informes de una supuesta voluntad por parte de Caracas de ofrecer condiciones favorables para que las empresas estadounidenses accedan al petróleo venezolano.
¿La estrategia calculada de Washington?
Para los analistas en Washington, esta ambigüedad no es un error sino un instrumento. Un funcionario de la administración Trump citado por Correo de Washington Aseguró que el gobierno está «muy conectado» con las discusiones internas dentro del chavismo y que Maduro «Está muy asustado, como debería estar».
La estrategia, según esta visión, buscaría crear grietas dentro de la élite y obligar a sectores del régimen a considerar una solución negociada. Benigno Alarcón Deza, analista político en Caracas, escribió en Americas Quarterly que ataques específicos a la infraestructura utilizada por redes criminales «podrían desencadenar una reestructuración» y abrir un camino para negociaciones monitoreadas internacionalmente.
No todo el mundo comparte esa lectura. Académicos como Alexander Downes y Lindsey O’Rourke recuerdan en Foreign Affairs que comparar a Venezuela con Panamá es engañoso: el país sudamericano es más grande, más poblado, con una geografía compleja y fronteras porosas que pueden favorecer insurgencias o grupos irregulares. La historia reciente de conflictos como Vietnam o Afganistán, dicen, sugiere que tal escenario podría convertirse en un atolladero militar, incluso para una potencia como Estados Unidos.
El propio Trump, en un discurso en mayo en Arabia Saudita, criticó a los «constructores de naciones» que «intervinieron en sociedades complejas que ni siquiera entendían».
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Pero dentro de su administración hay voces que afirman la idea de que «el hemisferio occidental es el vecino de Estados Unidos», como dijo Hegseth, insinuando una reevaluación estratégica que prioriza al Caribe y América Latina y que ya estaría en marcha.
Los países de la región observan con preocupación. El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, advirtió que América del Sur es una «zona de paz» y que la crisis venezolana debe resolverse por la vía política. El presidente colombiano, Gustavo Petro, fue más allá al anunciar la suspensión de la cooperación de inteligencia con Washington en protesta por los bombardeos a barcos y calificó a Trump de «bárbaro». Sin embargo, a los pocos días el gobierno anunció que no se interrumpiría la cooperación con Estados Unidos.
«Colombia tiene fábricas de cocaína donde se fabrica la droga. ¿Destruiría esas fábricas? Lo haría con orgullo, personalmente. No he dicho que lo haré, pero estaría orgulloso de hacerlo», dijo en rueda de prensa este lunes, en un mensaje en el que no descartó ataques a cárteles en territorio mexicano.
En cualquier caso, la administración estadounidense aún no ha definido públicamente cuál es su objetivo final. Y muchos recuerdan cómo Trump suele utilizar la ambigüedad como estrategia para camuflar sus intenciones finales. Como lo hizo en los días previos a los bombardeos a las centrales nucleares de Irán, cuando sugirió que todavía era posible una negociación a pesar de que todo el andamiaje ya estaba en marcha.
La respuesta de Maduro en su programa
Nicolás Maduro reaccionó el lunes, desde su programa semanal maduro +a las declaraciones de Trump. Manifestó que Caracas mantiene desde hace semanas una posición formalmente trasladada a Washington. «Esta carta fue entregada al presidente de Estados Unidos hace nueve semanas y Venezuela tiene una posición inmutable de respeto al derecho internacional», afirmó.
Maduro dijo que el único camino posible entre Caracas y Washington es el entendimiento político. Foto:Oficina de prensa del presidente
Añadió que su gobierno «cuestiona el uso de la fuerza para imponer reglas en las relaciones de los países» y que ratifica «la Carta de la ONU como marco para la convivencia».
El líder del régimen insistió en que el único camino posible entre Caracas y Washington es el entendimiento político. «Creo que lo más poderoso que puede tener un verdadero líder político es la palabra (…) Sólo a través de la diplomacia se deben entender los países libres, sólo a través del diálogo se deben entender los intereses mutuos», afirmó.
Maduro también destacó que Venezuela está dispuesta a dialogar con cualquier interlocutor del gobierno estadounidense. «En Estados Unidos quien quiera hablar con Venezuela, hablará. Cara a cara, cara a cara», afirmó.
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Finalmente, advirtió que una retirada militar sería inaceptable y tendría costos políticos para Trump. «Lo que no se puede permitir es el bombardeo y la masacre de un pueblo cristiano, el pueblo de Venezuela», afirmó. Y agregó: «Quieren que el presidente Trump intervenga militarmente en Venezuela, y ese sería el fin político de su nombre».


