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La pregunta no es si la IA logrará crear obras de arte. La pregunta es si las consideraremos como tales – Desde dentro

En Upscale Conf huele a cambios. A revolución. La conferencia organizada por la empresa española Freepik reúne a 1.200

La pregunta no es si la IA logrará crear obras de arte. La pregunta es si las consideraremos como tales – Desde dentro

En Upscale Conf huele a cambios. A revolución. La conferencia organizada por la empresa española Freepik reúne a 1.200 creativos y profesionales, y todos ellos hablan de lo mismo: la IA está cambiando el arte y el diseño. Y lo está haciendo en todas sus facetas, para bien y para mal. 

Precisamente para hablar de las luces y las sombras de esa revolución en pudimos entrevistar a dos de los profesionales que son punta de lanza de esa transformación. El inevitable debate que aparece en todas las conversaciones levanta llagas y plantea rechazo, curiosidad y expectación a partes iguales. Y ese debate va de cuál es el papel de la IA en el arte, el diseño y la creatividad humanas.

La IA quiere buscar el prestigio artístico

Laura Pin (nombre real: Laura Piñeiro) nació en Argentina, donde estudió arquitectura. Hace ocho años se fue a vivir y trabajar a Viena, y allí aprendió fotografía y comenzó a trabajar también como fotógrafa independiente. Esa trayectoria, como veremos, es muy importante para todo lo que vino después.

Y es que hace tres años a Laura alguien le recomendó que probara la inteligencia artificial. Al principio a ella le daba pereza: «otra suscripción, otro tema más… yo quiero algo que realmente vaya a utilizar». Y entonces probó y ocurrió algo especial: «lo cautivante fue que el día que lo abono, por la noche empecé a probar y me fascinó». 

Con la distancia, claro, esta artista ve aquello con otros ojos: «era una versión malísima, pero claro, esto fue hace tres años. Pero me gustó tanto ver el feedback visual de las ideas que tenía en la cabeza que que dije ‘¿qué más quiero probar?'». 

Durante las siguientes horas no paró de hacer eso. De probar. Se dio cuenta de que podía hacer realidad «esa fantasía de algo que no sería posible fotografiar. Para ella aquello fue un momento de experimentación total porque no había apenas conocimiento previo. Como recuerda, «no había tutoriales en YouTube. Tuve que encontrar una manera de desarrollar mi lenguaje para crear las imágenes que quería, fue pura exploración y mucho error».  A pesar de que trabajaba al día siguiente se acostó muy tarde pero se dio cuenta de algo: «esto va a ser grande, pensé«.

Desde entonces Laura incorporó la IA totalmente en su flujo de trabajo y se acabó convirtiendo en una experta a la hora de aprovecharla para dar vida a sus ideas. Toda su trayectoria confluía con esa nueva herramienta, y su trabajo artístico y profesional precisamente es el resultado de ambos elementos. 

Y sin embargo, el debate sobre si una obra creada con IA puede ser considerada una obra de arte está desde hace tiempo encima de la mesa. ¿Podrá algún día una obra creada con IA tener el mismo prestigio cultural que una «hecha a mano»?. Ella lo tiene claro: «Yo creo que depende de la creatividad humana, que es un factor muy importante y creo que eso es lo que yo personalmente pondría en juicio».

Nuestro segundo invitado, Yonatan Dor (@thedorbrothers), no tiene pelos en la lengua… y tampoco en su teclado y ratón. Su estudio, The Dor Brothers, lleva tiempo desafiando las normas y traspasando la barrera de lo políticamente correcto con vídeos virales en los que usa la imagen de Donald Trump, Elon Musk, Kamala Harris o Barack Obama para lanzar mensajes de crítica social y política. 

Para él el debate sobre el prestigio artístico de la IA es tan absurdo como hablar de esa teórica «alta cultura» que habitualmente rechaza el uso de la IA en entornos creativos. Aquí Dor es contundente: «cuando entro a un museo y veo arte conceptual, para mí es un montón de mierda. Voy a una sala y hay una silla vacía en medio y la gente dice ‘qué poético’… no, yo solo veo un montón de mierda. ¿Qué es la alta cultura? Al final siempre es una cuestión de gustos. Al final el consumidor es el que decide qué le gusta». 

También nos habla de ese rechazo a las obras creadas con inteligencia artificial: «Buena parte del odio a la IA viene porque ‘es que mira, está imprimiendo contenido infinito’, pero es que esa no es la cuestión. Otra amiga suya a la que él considera una verdadera artista «pone su alma en sus obras», explica. «Filosóficamente, ella entiende todo lo que digo, pero algo en su interior le impide hacer cosas con IA. Y lo respeto, no intento empujar a nadie a un sitio en el que no quieren estar». 

Por supuesto, la percepción de esas obras es distinta según cada persona. Para Laura Pin hay una primera fase de rechazo que luego da lugar a otra fase más interesante: «la curiosidad». Ella lo vivió en primera persona. Nos cuenta que antes de dejar su trabajo sus jefes y compañeros, viéndola absolutamente centrada en este ámbito, quisieron que les hiciera una demostración de la IA aplicada a su trabajo. Al terminar, uno de sus jefes dijo: «esto nos va a dejar sin trabajo», pero a los dos o tres días esa misma persona le pidió ayuda para instalar esas herramientas que ella estaba usando. Del rechazo a la curiosidad.

La idea es más importante que nunca. Pero el esfuerzo también

Pero es que todo esto viene de lejos, como nos recuerda Laura. Hace tan solo unos años la prestigiosa casa de subastas Sotheby’s vendía NFTs de alguien al que se consideraba un artista y que trabajaba en entorno digital con CGI. «La creatividad es lo importante» según ella, y eso también se ve en el arte contemporáneo. «Hay una democratización de lo que es ser un artista». Ella exhibe su obra y eso demuestra que tiene cierto valor, «pero ese valor no lo he puesto yo, sino la galería», explica.

Laura Pin, en Upscale Conf

Aun así ella tiene claro que hoy mucha gente se pone rápidamente esa etiqueta: «la gente que trabaja con IA generativa y crea imágenes rápidamente se autocalifica como AI Artist y me parece que a veces el término se usa muy a la ligera». Pero frente a ellos, aclara, «hay gente que trabaja con IA, que tienen una visión artística y que realmente hacen arte… pero no son muchos». 

El miedo y el rechazo a la IA también hacen que Laura plantee una analogía con un fenómeno relativamente reciente. «¿Qué pasó con la fotografía analógica? Se decía con la fotografía digital que bajaba la calidad». Es un buen argumento, porque lo que está ocurriendo con la IA ya ocurrió con la fotografía digital primero y los smartphones después: ambas tendencias democratizaron este segmento y nos convirtieron a todos en fotógrafos. Y lo hicieron —creo— para bien. 

Lo que está claro, explica Dor, es que la idea sigue siendo «más importante que nunca. No sé como definirlo pero el buen gusto, el ADN es lo que importa. Si les das un iPhone a Trantino o a Fincher y graban algo, va a notarse que lo han hecho ellos y eso es lo que pagas: ese alma, ese ADN, y cuando haces arte significa que dejas una parte de tu alma y dejas que otros la consuman». De hecho, explica, «que tengas una gran idea no significa que a la gente le importe a no ser que la ofrezcas de forma adecuada».

El esfuerzo, comenta este creativo, importa. «La razón de que los vídeos hechos con Sora 2 sean tan genéricos y sosos y nadie quiera verlos ya es porque sientes que no hay nada detrás. Pueden conseguir algunas visitas pero nadie se esforzó realmente con ellos». Aun así aclara que esfuerzo y éxito no siempre van de la mano. «Respeto más la Sagrada Familia que la silla vacía porque creo que la persona que creó la Saagrada Familia sacrificó años de vida para lograr crear algo así. Es lo que aprecio. Quizás no haya nada correcto o incorrecto. Puede que a alguien no le importen una mierda las pinturas en el techo de una iglesia». 

Nos quejamos mucho del AI Slop y de todo el «ruido» que está generando la IA, pero antes ese ruido lo generamos nosotros. Volviendo a la fotografía digital, en 2013 se subían a Facebook 350 millones de fotos al día. En 2024 esa cifra se había multiplicado por seis, y se subían 2.100 millones al día a Facebook. Si tenemos en cuenta las que se envían a través de WhatsApp, Snapchat o Instagram, la cifra sube hasta los 14.000 millones de imágenes subidas cada día. 40 veces más que hace 11 años. 

Yonatan Dor (en el centro, a oscuras) durante su participación en la charla de Upscale Conf. En ella mostró algunos de sus vídeos virales en los que usa la imagen de personalidades como Jeff Bezos.

Para Laura Pin ahí es donde entra en juego una labor crucial: la de la curación y la selección de aquellas obras que realmente sí puede considerarse que están por encima de las demás y podrían entrar dentro de esa definición de obras artísticas. «Cuando tienes varias generaciones de IA y eliges una, esa dirección creativa viene de una persona que toma sus decisiones en base a ciertas nociones estétivas». Al final, concluye esta artista, hay un elemento clave: 

«Todo el bagaje profesional y persona impacta en cómo la persona trabaja con la herramienta. A mí me costó muchísimo considerarme artista. Hasta que no tuve más exhibiciones me costaba llamar arte a lo que hacía hasta que entendí por qué y cómo lo hacía. Lo que hago se mezcla con mi bagaje anterior en el que trabajé con fotografía, arquitectura o diseño de interiores: todo se combina y mi estilo bebe de todo ello». 

Para ella esa democratización es positiva. En el pasado, nos cuenta, quiso crear conceptos espaciales de arquitectura abstracta pero necesitaba comprar licencias de aplicaciones profesionales como Rhino o 3DS Max que no se podía permitir. Con la IA se dio cuenta de que ya no necesitaba más esas aplicaciones, y para ella esta tecnología «habilita». 

El próximo Tarantino podría llegar de Sudán o Etiopía

Dor, que no la escucha pero con quien hablo de lo mismo, está de acuerdo con esa idea. Para él quienes antes no sabían manejar Photoshop o Premiere Pro tienen a su alcance una herramienta que les permite no tener que aprender a manejar esos programas. Crear imágenes y vídeos que puedan transmitir ideas y emociones está ahora al alcance de mucha más gente, y aquí la pregunta es, ¿qué pasará?

Para Dor la respuesta es simple. «La gente que tendrá éxito es la gente que tiene algo que decir y que está deseando decirlo». Y aquí se refiere a gente que realmente tenga esa dedicación y motivación extra: «es la gente que tiene esa pasión especial para hacerlo la que seguirá creciendo». Y continúa:

«Para mí la IA empodera a la gente y puede que gracias a ella conozcamos al próximo Tarantino o Beethoven o Mozart y esos chicos procedan de algún sitio en Sudán o Etopía. Esos chicos no van a tener 800.000 euros para comprar una cámara profesional. Esa va a ser la gran diferencia: los mejores llegarán arriba sin importar su economía o las situaciones de su vida». 

Y aun así deja claro que la experiencia previa en estos campos permite tener una «ventaja gigantesca. Los directores de cine tradicionales —por ejemplo— entienden cosas que los creadores con IA probablemente no». 

Eso no asegura que el resultado sea bueno, claro. El mundo publicitario es un buen ejemplo. Laura Pin nos cuenta cómo «tengo muchas consultas de agencias que quieren hacer publicidad con IA». Para ella «definitivamente» hay un cambio en esta industria, pero defiende que se exploren ambas opciones —publicidad tradicional, publicidad con IA— porque para según qué cosas depender demasiado de la IA puede salir muy mal. Lo hemos visto recientemente con la campaña navideña de Coca-Cola, por ejemplo. Una que, por cierto, dejaba una clara conclusión sobre las motivaciones del gigante para acudir a esta tecnología: industrializar el contenido.

Aquí sorprende por ejemplo la decisión de OpenAI de apostar por imagen real en su primera gran campaña publicitaria. Para Pin eso «revela la realidad: la cantidad de postproducción que la IA necesita«, explica. «La IA está lejos de ser perfecta» y aunque está mejorando: «sigo viendo errores sustanciales que no se pueden corregir excepto manualmente». Ella, que viene del mundo de la fotografía y el retoque, detecta rápidamente tales errores. Y eso es un problema, porque «el vídeo me distrae si veo errores, pierde credibilidad». 

A Yonatan Dor esos primeros anuncios «reales» de la empresa líder en IA tampoco le cogió por sorpresa. Según él, «no es tan extraño. Los anuncios giran entorno a emociones humanas y es muy difícil mostrarlas con IA. Esa es la misma razón por la que las películas con IA no se verán a corto plazo a no ser que logres incorporar a actores humanos en ellas». 

Y aun así, lo que estamos experimentando con los contenidos generados por IA va más allá de la mera reducción de costes. Para Dor este «Es simplemente el medio del futuro. Ya no ves a gente a caballo, ves a gente en el coche: así es el mundo, es lo que va a pasar». 

El termina contándonos una historia sobre un amigo suyo que es diseñador 3D. Le intenta convencer de que use también IA pero no acaba de lograrlo. «En lugar de odiarla deberías usarla y serías 10 veces mejor que todos nosotros juntos por tu inmenso talento y experiencia», le dice. «Es simplemente otra herramienta más de tu caja de herramientas. No es algo diabólico, te puede ser útil«. 

Su amigo, nos dice, «se sigue resistiendo». 

Y eso está bien, por supuesto.

En | Se suponía que la IA iba a abaratar costes y reducir personal. El anuncio de Coca-Cola ilustra lo mucho que nos equivocábamos

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