Las aseguradoras han empezado a darles la espalda – Desde dentro
Hemos sido testigos de la revolución de la inteligencia artificial desde finales de 2022. El lanzamiento de ChatGPT marcó


Hemos sido testigos de la revolución de la inteligencia artificial desde finales de 2022. El lanzamiento de ChatGPT marcó el comienzo de un período de inversión y anticipación que ha generado jugadores como NVIDIA y ha convertido a OpenAI en una de las startups más influyentes. Pero toda revolución tiene una desventaja. A medida que la IA continúa desarrollándose, la lista de requisitos crece y la pregunta de la que nadie puede escapar: ¿Quién corre con el riesgo si algo sale mal?
En Estados Unidos, cada avance tecnológico va acompañado de una avalancha de demandas. No es sólo un hábito, es parte del sistema. Si una empresa hace algo que genera beneficios pero que también puede causar daño, tarde o temprano alguien acudirá a los tribunales. Y es por eso que existen los seguros, para convertir el riesgo futuro en costos presentes. El modelo ha funcionado durante décadas, pero la inteligencia artificial está empezando a probarlo como ningún otro sector antes.
Casos que son urgentes ahora. OpenAI y Anthropic fueron los primeros en darse cuenta de hasta dónde puede llegar el cálculo de riesgos. El primero enfrenta una demanda por utilizar obras protegidas para entrenar modelos y por un caso de responsabilidad civil tras el suicidio de un adolescente. En ambos casos, los costes no sólo son millonarios, sino que también sientan las bases para un litigio que amenaza con extenderse a todo el sector.
Qué pólizas cubren hoy. Actualmente, las grandes empresas de IA operan bajo pautas convencionales similares a las de cualquier empresa de tecnología. Según el Financial TimesOpenAI ha contratado a Aon para diseñar una cobertura que rondaría los 300 millones de dólares, aunque no todos los implicados confirman esa cifra. Es una cantidad importante, pero insignificante en comparación con posibles reclamaciones por valor de miles de millones. En la práctica, las aseguradoras reconocen que la industria aún no tiene “capacidad suficiente” para proteger a los proveedores de modelos grandes.
¿Por qué están retrocediendo? El citado periódico señala que Aon no quiso hacer comentarios sobre empresas concretas, aunque su responsable de ciberseguridad, Kevin Kalinich, admitió que no tienen capacidad suficiente para cubrir a los proveedores de modelos. Explicó además que las aseguradoras temen que la quiebra de una empresa de inteligencia artificial se convierta en un «riesgo sistémico, correlacionado y agregado».
Plan B: autoseguro. A medida que las aseguradoras colapsan, las empresas de inteligencia artificial buscan refugio en sí mismas. Aparentemente, OpenAI está considerando reservar dinero de los inversores o incluso iniciar uno. atrapó – una especie de aseguradora propia que sirve para cubrir riesgos internos cuando el mercado no lo quiere. Anthropic ya lo ha hecho: ha comprometido parte de su capital un acuerdo de 1.500 millones de dólares con escritores. Se trata de soluciones que ganan tiempo, pero no garantizan la estabilidad cuando el próximo fallo judicial desencadene una indemnización.
Lo que cambia para el resto de la industria. Las implicaciones van más allá de OpenAI o Anthropic. Las empresas emergentes y los proveedores más pequeños ya están notando cómo las primas aumentan, la cobertura de seguro disminuye y los tiempos de presentación se alargan debido a requisitos legales. La inseguridad jurídica se ha convertido en otro factor de coste fijo. Como no existe una fórmula clara para medir los riesgos de la IA, las aseguradoras los consideran potencialmente catastróficos. Y eso encarece cada experimento, cada nuevo modelo y cada línea de código.
Qué mirar a partir de ahora. Los próximos meses serán cruciales para determinar si la industria de seguros es capaz de adaptarse. Financial Times apunta a nuevas fórmulas que cubren los errores de los chatbots y el contenido generado por IA, aunque actualmente se trata de pruebas limitadas. Mientras tanto, las empresas están preparando su próxima defensa: diversificar recursos y proteger las estructuras internas.
La industria de la inteligencia artificial no se ha detenido y no parece que vaya a detenerse tampoco. Pero su expansión está llegando gradualmente a los límites de un sistema que aún no puede medir estos riesgos. Las aseguradoras actúan con cautela, las autoridades supervisoras siguen de cerca lo que sucede y las empresas se ven obligadas a improvisar en algunos casos.
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